Por Jesús, vía Alexandra Solnado
Él, en el fondo, os está dando límites, que es algo que no teníais.
Y la gran prueba de que no teníais límites es la cantidad de personas que están encontrando tanta dificultad en, simplemente, quedarse en casa.
Hay personas que están saliendo solo por salir, porque no aguantan quedarse en casa.
Y ese es el límite que el Coronavirus os está dando…que os quedéis en casa…
Para que cuando él se marche, consigáis entender los límites.
Lo que os hace bien y lo que os hace mal.
Evitar lo que os hace mal, buscar lo que os hace bien.
Aprender ese límite de “cuidar de mi”.
Si la tierra estuviese bien, no enviaba alertas.
Un tsunami es una alerta, demasiada lluvia es una alerta, demasiado calor es una alerta.
El Coronavirus es, solamente, una alerta más grande, ya que no escucháis las otras. Y cuando empezáis a tener alertas de este tipo conviene empezar a dar marcha atrás en lo que estéis haciendo para que no suceda nada más.
Porque si no hacéis nada, la tendencia será que vaya a peor.
Limitado en este sentido: él no puede avanzar si no le dejáis avanzar.
Si os laváis las manos, usáis máscaras, no salís de casa…
Él no puede avanzar si cada uno hace su parte.
Él no puede hacer su parte si vosotros hacéis la vuestra.
El hecho que las personas estén encerradas en casa, - y como estáis en la Era de Internet – hace que se comuniquen más unas con otras, se envíen más mensajes, más memes, más bromas…
Están menos enfocadas en la parte profesional y más enfocadas en el ser humano.
Ver a personas sufrir, morir, hace que se active vuestra humanidad, hace que las personas se incluyan.
Que se den a los demás.
Hay artistas que se ofrecen a dar conciertos gratuitos, librerías cediendo libros en formato digital, autores leyendo poesía y prosa en las redes sociales, profesores dando aulas virtuales.
Antiguamente estabais unos contra otros. Ahora estáis todos contra algo fuera de vosotros.
Parece que os habéis unido.
El ser humano tiene una gran tendencia a unirse en contra de algo, y ahora, en vez de ir contra otras personas, estáis unidos contra una cosa que no es una persona.
Esto hace que os consigáis ver como humanidad, como:
“Somos Todos Uno”.
El hecho que el Coronavirus sea un chivo expiatorio hace que consigáis entender mejor lo que decía Martin Luther King: “si muere una persona en China me disminuye a mí también, ya que formo parte de la humanidad”.
Al entender que todo lo que es materia os es negado – salir, pasear, ir al cine, ir al teatro, ir a conciertos de música, salir de compras, ir a restaurantes, viajar, es decir, cuando todo esto os es negado, solo os queda mirar hacia vuestra alma y escucharla.
Una persona que se queda en casa no tiene más remedio que escuchar a su alma, porque si escucha al ego va a enloquecer.
En este sentido, el Coronavirus es un activador espiritual. Os quita todo lo que no está relacionado con ella – el alma.
Os obliga a ir a su encuentro.
El hecho de que las personas ya estén cantando en las terrazas de sus casas…es todo del alma. Cuando las escucháis, vuestra alma se activa.
Se trata de diversión, no es algo que las personas hacen para obtener algo a cambio.
Cantan en las terrazas porque sí. Solamente… porque sí. Estoy aquí y lo que me hace bien es esto.
El Coronavirus os hace encontrar formas interiores que ayudan a activar vuestra esencia.
Os ayuda a ser lo que sois, porque al parar de correr, al parar todo en vuestra vida, finalmente acabáis por hacer las cosas que os gustan.
Y la acción, la actuación, es la manifestación del espíritu en la materia.
Al actuar de una forma determinada la persona termina siendo eso.
Si actúa en consecuencia con lo que es, refuerza su esencia.
En el fondo, siempre que la vida os quiere dar una gran lección, os pone frente a la muerte.
Ninguno de vosotros va a salir igual de esto, pero con seguridad saldréis más humanos, porque vais a ver las cosas desde otra dimensión.
El ser humano tiene esa capacidad: siempre que ve la muerte, se replantea la vida.
La Tierra necesitaba descansar. Lo ha pedido tanto, incluso lo ha suplicado, y vosotros no la habéis escuchado.
Todas las profecías estaban en lo cierto, que ella sucumbiría.
La Tierra es soberana. Encuentra siempre una manera de conseguir lo que necesita.
Solamente entrando en sintonía con ella podréis sobrevivir.
Solamente pidiéndole ayuda – y no intentando dominarla.
Solamente limitándose a lo que ella quiera, y no exacerbando lo que ella puede.
Solamente convirtiéndola en una aliada y no en una enemiga.
Solamente entregándose a ella, y no purgándola.
Y esto solo se consigue si aceptáis transformar, transformar, transformar, transformar, transformar, transformar, transformar.
